METALLICA"

Cantó el papá de los pollitos, papá"

JAMES

 

El concierto de Metallica es el evento de rock más importante realizado en Colombia, pues reunió a la mejor banda que existe y congregó a cien mil personas, para constituirse en la presentación con mayor asistencia del grupo en Suramérica

Temas como One, Master of Puppets, Battery, enloquecieron al público, que con sus saltos hizo temblar el piso como un gran terremoto musical. Foto Juan Carlos Mazo Apretujados, aprisionados contra las barreras de contención, espichados por los demás cuerpos, asfixiados de emoción, todo, con tal de tener el privilegio de estar ante "el papá de los pollitos, papá", como dijo un rockero. Absolutamente todo lo soportaron estos cien mil metaleros para poder cantar, vibrar y poguear con Metallica.

Con lágrimas en los ojos, caras de admiración, ojos cerrados para sólo dejarse llevar por una música que retumbaba en todo el cuerpo, fueron recibidos los Metallica en Bogotá. Más que un concierto parecía un encuentro con el dios metal, por eso ni siquiera se acordaron de poguear en las primeras canciones, el público no se quería perder detalle sobre el escenario que tenía de fondo un telón con los colores de la bandera alemana.

La banda aterrizó en Eldorado procedente de México apenas una hora antes de la cita con sus fanáticos colombianos y volvió al aeropuerto una vez terminó el "toque", pero las dos horas y veinte de concierto fueron suficientes para demostrar las ganas que tenía Metallica de satisfacer a sus seguidores; hasta tocaron canciones que no hacían parte de la gira que sigue hacia Venezuela. Temas como One, Master of Puppets, Battery y Creeping Death, enloquecieron al público que se jalaba el pelo de la dicha.

Con sus saltos hacían temblar el piso como un gran terremoto musical, que tenía su epicentro en una tarima de 18 metros que no dejaba de ser caminada por Kirt Hammet, que mostró su calidad y recursos en la guitarra; Jason Vorhees, bajista de fuerza y virtuosismo y James Hetfield, el vocalista que desde un principio se sorprendió con la cantidad de público y se entregó con todo. A ellos se sumaba el fundador de la banda y baterista, Lars Ulrich, otro virtuoso de su instrumento, proponiendo figuras y mostrando acople con su compañeros de escenario.

Descontento

El balance del concierto es relativo; la banda se fajó, los espectadores de Platinum ($80 mil) y los de $ 45 mil salieron muy contentos pero algunos de los que compraron las boletas de 15 mil se quejaron de que no escucharon ni vieron tan bien.

Andrés Durán, experto en rock y realizador de un programa radial especializado en metal, explica que al término del concierto cuando llegó a la emisora para recibir las opiniones de los metaleros, muchos expresaron su frustración. "Éste puede haber sido el mejor concierto que se haya realizado en Colombia, pero eso no significa que en realidad haya sido un excelente concierto si se compara con la calidad de este tipo de eventos en otras partes del mundo, porque se supone que todos los asistentes deben escuchar igual de bien y los de 15 mil se quejaron por la calidad del sonido. Sin embargo, lo más positivo de todo es que el grupo no vino simplemente a llevarse el billete sino que le metió todas las ganas".

También hay que rescatar el hecho de que, en general, la gente se portó bien y no hubo desorden público de grandes proporciones como lo temían los padres de familia y los vecinos del Parque Simón Bolívar, que aterrados veían caminar mechudos fumando marihuana sobre un tapete de botellas de aguardiente, cerveza, gaseosa y heses dejadas a su paso por los metaleros.

Lesionados

Sin embargo hubo heridos, situación casi imposible de evitar cuando una masa vibrante lucha "a codo limpio" por el mejor espacio: la multitud le sacó el aire a cerca de 160 fanáticos atendidos por la Cruz Roja y también hubo gente golpeada por botellas y monedas voladoras así como algunos fracturados en medio de la euforia del "pogo". Un caso dramático es el de una menor de edad a quien le lanzaron una piedra que le hirió un ojo razón por la cual tuvo que ser trasladada de urgencias a un hospital.

Todo esto, pese a las medidas de seguridad que dejaron una montaña de cinturones decomisados a las afueras del Parque y también a pesar de los tres retenes que las Fuerzas de Paz -"macancanes" desarmados, pero con cara de pocos amigos- realizaron para requisar sin pudor a hombres y mujeres.

Un dios en el escenario

EL PUBLICO Colombiano

Luego de los dos teloneros, los grupos Darkness y Pestilencia, los "reyes" del rock aparecieron puntuales sobre el escenario a las 7:30 de la noche vestidos de negro, excepto Lars; los equipos estaban listos desde temprano y arrancaron de una.

Luego de los primeros acordes, las cabezas de cien mil metaleros empezaron a acompañar los golpes de la batería mientras una humareda dulce se metía con o sin permiso en las narices de todo el mundo.

Poco a poco el temor porque se produjera una estampida desde atrás hacia las primeras filas fue desapareciendo y cada uno se conformó con el lugar desde el cual le tocó presenciar este acontecimiento histórico para los seguidores del rock en Colombia. "Ya va a ser muy difícil superar esto, es que ¿a quién pueden traer ahora si Metallica es el rey de todos? ", se preguntaba un admirador.

Después de despedirse tres veces, la banda se fue. A la salida esperaban agarrotados por el frío los agentes de la Policía cansados después de una semana de cuidar las marchas de los trabajadores. Los policías se escondían tras sus escudos pegados unos con otros, formando pequeñas barreras de acrílico que dejaban rebotar las botellas de aquellos que se quedaron sin entrar al concierto y se sentaron afuera a escuchar el grito de la multitud y las notas que el viento se robaba del Parque donde se presentó Metallica y que unos años atrás sirvió de escenario para la visita del Papa Juan Pablo II.

Artículo tomado del Peridico EL COLOMBIANO. Escrito por ANDREA DOMÍNGUEZ DUQUE y JUAN CARLOS MAZO desde Santafé de Bogotá - Fotografías de Colprensa y Juan Carlos Mazo. Mayo 4 de 1999.

 

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